
Jamás imaginé que fueras el cuchillo que cortaría
la blanda carne de mis muñecas:
en mis venas corre tu amor y ahora me desangro.
Nunca imaginé que te utilizaría como soga:
recorres mi cuello y asfixias con palabras el aire que me diste.
Jamas pensé que fueras el tren que me arrollaría:
Me aventé a las vías con los ojos vendados y sin saber tu dirección.
Nunca pensé que fueras las pastillas que tomaría día a día:
una sobredosis detiene mi corazón...
Ahora eres la pistola que apunta mi cabeza
¿Quién ha tirado del gatillo?
¿Ya estoy muerto?
No hay comentarios:
Publicar un comentario